miércoles, 4 de febrero de 2015

LOS CRITERIOS SE HACEN CAYOS EN NUESTRO CORAZÓN


(Mc 6,1-6)

Hasta hace poco tiempo o mejor, algunos días, no había entendido, al menos en su amplitud, el significado de "endurecimiento del corazón". Claro que literalmente sé lo que significa, y, también el sentido que se le da a las palabras "endurecimiento del corazón", pero no había advertido que ese endurecimiento, si no se ataca y corrige pronto, se puede enquistar de tal manera que será imposible suavizar.

Conviene darse prisa porque un corazón endurecido se hace difícil que pueda ver. Así les ocurrió a los vecinos y contemporáneos de Jesús. Así les ocurre a muchos amigos míos que, incluso ante una enfermedad mortal no se avienen a creer en el Señor. Era una idea que me rondaba la cabeza sin entenderla, ¿cómo es posible que la gente no reaccione?

Creo que he llegado a entenderla un poco: "Dureza de corazón". Ayer lo compartía en la catequesis de la cárcel. Y les decía que hay que darse prisa, porque si dejamos endurecer el corazón nos puede pasar que más tarde nos será muy difícil de ver. Eso puede explicar lo del buen ladrón,  y el compañero que a su lado no supo descubrir la presencia de Jesús, el Hijo de Dios.

Ocurre que podemos tener el corazón endurecido, no quizás por el tiempo de alejamiento del Señor, sino por nuestro apego a las cosas de este mundo. No se es rico, no sólo por tener mucho bienes y dinero, sino por, aun no teniendo, vivir apegado y deseando las riquezas y bienes. 

Nuestro corazón puede estar endurecido porque en él sólo guardamos las cosas de este mundo, y nos olvidamos de Dios. Y ese endurecimiento no impide reconocer a Jesús como el Hijo de Dios.

Pidámosle que nos transforme nuestro corazón de piedra en un corazón de carne que nos haga sentir compasión y misericordia por amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.