viernes, 18 de marzo de 2016

TODO VIENE DEL PADRE

(Jn 10,31-42)


Jesús no hace nada por su cuenta, todo le viene del Padre y en su Nombre lo hace: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?». Pero los judíos, obsesionados porque se identificaba con el Padre igualándose a Él, sólo pensaban en quitarlo del medio. No podían aceptar que Jesús, aquel sencillo y humilde hijo del carpintero y la sencilla María, se autoproclamarse el Mesías, el enviado, el Hijo de Dios Vivo.

Eso les desbarataba toda su historia, todos sus proyectos y, sobre todo, su prestigio, su poder y su placentera vida. De nuevo las tentaciones del desierto se hacían presentes. Las tres "p" (pan.poder y prestigio) se interponen entre el Señor y cada uno de nosotros. Porque, eso que nos parece muy lejano está ocurriendo hoy mismo, en este momento y en muchos lugares de la tierra. 

¿Cuántas veces apedreamos a Jesús con nuestra lengua e insultos en la persona de algún compañero, familiar, amigo o cualquier institución.? ¿Cuantas veces mentimos, ambicionamos poder, poseer y placer a pesar de pisotear los derechos de otros? Sostenemos piedras en nuestras manos y nos mantenemos preparados par lanzarlas al Señor. E incluso experimentamos que nos cuesta encontrarnos culpables de pecados y faltas a la hora de confesarnos, y, sin embargo, tenemos nuestras manos llenas de piedras dispuestas para arrojarlas contra Jesús. 

Y lo hacemos sin usar las manos, sino a través de nuestra lengua, nuestros placeres, prestigios y poderes. Porque los anteponemos al bien y los derechos de los demás, pasando incluso por encima de ellos. Y nos cuesta reconocerlo, como también nos cuesta reconocer que Jesús es Dios y Hombre Verdadero.

Te pedimos, Señor, que nos ilumines y, asistidos por el Espíritu de Dios, nos des fortaleza y sabiduría para, por las obras que hizo Jesús, Dios y Hombre Verdadero,  y pos su Inmenso y Eterno Amor, creer en su Palabra.

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