A simple vista parece una história hermosa y una história más de tantas que hay. José, advierte, antes de vivir junto a María, el estado de buena esperanza que ella presenta, y no entiende nada. Experimentar esa situación no sería nada agradable ni fácil, pues a la perplejidad de no entender nada, se suma la dificultad de trescientos sesenta grados a tu vida.
Entre su voluntad y la Voluntad de Dios se interpone el miedo, la incomprensión, la duda y la desconfianza. Necesita depositar su confianza y fe en ese aparente proyecto que Dios parece haber pensado de esa forma y para el cual le ha elegido a él. José se retira por unos días para reflexionar y abandonarse en silencio, y sin señalar a María, a la que respeta y no quiere hacerle daño.
Es una experiencia dura, difícil de vivenciar y aceptar, pero lo asombroso y grande de José es que abre su corazón a la Voluntad de Dios, y se pone en Manos del Espíritu Santo. José es el elegido, junto a María, para iniciar el proyecto de redención y salvación de Dios. Y, desde ellos, se entienden las bienaventuranzas, porque, ambos, son los bienaventurados de Dios.
La pobreza, la paciencia, la humildad, la disponibilidad, el hambre e incertidumbre de respuesta, la pureza, los sufrimientos, la misericordia del uno con el otro,, las buenas intenciones de sus corazones... etc. Son perseguidos y buscados con malas intenciones y con amenazas de muerte. En ellos se contiene todo el Espíritu condensado por Jesús, el Hijo, más tarde en el sermón de la montaña.
José y María son los padres de Jesús, y los prototipos de caminos que onos ayudan a entender el Plan de Dios para nuestra salvación. Pidamos a San José su protección, tal y como él lo hizo con Jesús y María.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.