Una llamada supone siempre una salida, pues llamar implica ven, y ven significa movimiento y salir de donde moras a donde te llaman. Cuando sientes el impulso de salir, caminas y peregrinas hacia ese mundo que llama tu atención y, en ese movimiento, nace y se desarrolla tu crecimiento, tanto a nivel material como – más importante - espiritual. La parálisis no es buena ni aconsejable. Quedarse quieto e inmóvil es sinónimo de muerte. Conviene, pues, levantarte, tomar tu camilla y caminar.
Se hace necesario tomar tu camilla, adaptarla y ordenar tu camino, de tal forma que no te quedes paralizado sino que tu vida se sienta viva a pesar de las heridas del pasado que te invitan y amenazan a que te pares – parálisis – y te inmovilices quedándote sin capacidad avanzar. Diríamos que en ese momento tu parálisis te puede, se hace presente y trata de vencerte. Hacen presencias tus miedos, tus heridas del pasado, tus fracasos, tus debilidades…etc. Y te inmovilizan dejándote tumbado en tu camilla. Necesitas una Voz que te dé esa fuerza y fortaleza que te levantes, tomes tu camilla y eches a andar.
Es necesario que nos demos cuenta que para evitar quedarnos paralizados y anclados en este mundo necesitamos ordenar nuestra vida interior – corazón – y poner a quien puede ordenar nuestra vida y levantarnos de nuestras camillas de parálisis como primera Opción. Ese es el Señor, a quien acudimos como ese paralítico que llevan a la presencia de Jesús.
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