La verborrea puede
ser elocuente, pero si no se traduce en hechos se evapora y se queda en nada.
Las palabras necesitan hechos reales y de nada sirven si sólo se quedan en eso,
en simples palabras, que por muy elocuentes que sean no sirven para solucionar
los problemas.
Escuchar, por
tanto, palabras que signifiquen verdad y sean buenas necesitan ser puestas en
prácticas, pues de no ser así ningún valor tienen. De modo que escuchar la
Palabra de Dios y no ponerla en práctica es como construir una casa sobre arena,
tal y como dice Jesús en el Evangelio de hoy. Llegada las lluvias, desbordados
los ríos, soplaron los vientos y la casa
se derrumba y hunde.
Lo verdaderamente
importante no es solamente escuchar la Palabra – que es de suma importancia –
sino, una vez escuchada, hacerla tuya y llevarla a la vida. Es decir, en otras
palabras, ponerla en práctica. Y eso, alumbrado en un ejemplo como el anterior,
lo podríamos significar en aquel que construye su casa sobre roca. Vienen las
tempestades, los vientos y las lluvias y la casa se mantiene firme.
De la misma
manera, nuestra fe permanecerá firme si la sedimentamos en los sacramentos –
Eucaristía y Penitencia – y en la oración. Esa será la Roca que nos fortalecerá
y evitará que nuestra fe se desmorone, se debilite y desfallezca. Porque, en
Xto. Jesús seremos Roca firme que soportará toda tempestad.
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