Cuando te paras y empiezas reflexionar sobre lo que ocurre a tu alrededor sucede que según para el lado que mires las cosas se ven de una forma u otra. Diríamos que hay luces y sombras. Luces que marcan el camino de la evolución de lo pasado a lo actual, pero sombras que persiguen a los avances y los mantienen anclados en el pasado.
Hoy se oyen muchas voces clamando por derechos, "derechos humanos", que defienden a la persona humana y la liberan de esclavitudes y miserias. Sin embargo, a pesar de esas voces la sombra de la esclavitud sigue perenne ensombreando el camino del hombre y anclándolo en el pasado de forma firme e inamovible.
Ni que decir hay que desde mi niñez hasta hoy, han pasado casi 64 años, he vivido muchos cambios, y más resaltado cuando se vive en un pueblo pequeño como era, y es aunque ha crecido mucho, mi querido Arrecife. Desde sentarte a esperar el adorable sueño sin ninguna preocupación oyendo el susurro de los alegatos de tu madre y algún cuento, ¡aquellos cuentos! que te levantaban el corazón y agudizaban tu imaginación sintiéndolos tuyos como si lo vivieras en ese mismo momento.
Desde el portal de Belén, que cada día era recibido con la ilusión de mover un pasito más los camellos o caballos hacia el lugar del nacimiento del niño JESÚS, hasta la venida de la luz perpetua y los días de cine semanales. Como un torbellino que no te deja pensar aparecieron los transistores, los tocadiscos, el teléfono automático, la tele, y una carrera vertiginosa que no para de crecer hasta nuestros días.
Todo, lavadora, maquina de afeitar eléctrica, neveras, cocinas de gas...etc empezaron a revolucionar la forma del vivir de aquella época y no sólo cambiaron las costumbres, sino que se originó una nueva forma de relacionarse y de conducta. Ahí empezó a cambiar los criterios y valores y, si por un lado se iba creciendo tecnológicamente, por otro se iba decreciendo humanamente en dignidad.
Se vivía mejor y creo que ahora se vive mucho mejor, pero como persona no se había avanzado. Aquellas películas, al igual que hoy, que nos describían las costumbres, los valores,los derechos y la dignidad de las personas de la época seguían permaneciendo en mi época, y siguen permaneciendo hoy. Nada había cambiado en lo verdaderamente importante. La sustancia del valor que dignifica a la persona sigue pisoteado incluso ahora más que antes.
Cuando Francisco de Asís experimentó la esclavitud y miseria a que eran sometidos los empleados, mejor esclavos, que su padre utilizaba para florecer en su negocio y obtener todo aquel oro que le enseñaba, jactándose de su habilidad para conseguirlo (ver película), su conciencia y su llamada a la dignidad, por ser hijos de DIOS, de todos los hombres, no pudo aguantar ni soportar tamaña injusticia y explotación.
Ensimismados y asombrados de aquellas historias que nos relataban las esclavitudes, las miserias de aquellos tiempos, hoy contemplamos que frente a los avances técnicos la dignidad del hombre sigue anclada en el pasado. Mencionar lo que ocurre en el llamado tercer mundo bastaría para dejar constatado todo lo que trato de comunicar (ver blog Humanizando tu entorno).
Sin embargo, también en el llamado primer mundo o países superdesarrollados ocurre lo mismo. Donde abundan los rascacielos, los coches de lujo, la joyerías enjoyadas y... a tres pasos más allá y a la vuelta de la esquina permanecen los marginados, los desheredados, los hambrientos, los denigrados, los miserables. Y lo son porque, como aquellos de la época de Francisco, estos aparentan mejores condiciones, pero la realidad es la misma: sufren bajos salarios, condiciones infrahumanas, no se les respetan los derechos y son explotados.
Hay quienes se pasean por sus jardines y no advierten nada. Incluso llegan a pensar que se vive bien y que todo está en su lugar y no hay grandes ni graves problemas. Sus reales apreciaciones les llevan a exclamar. "¡se vive bastante bien!".
Atrincherados en su propio bienestar y confort se autotraicionan y distorsionan la realidad viendo justicia en donde hay injusticia; viendo libertad donde habita la esclavitud; viendo derechos donde se práctica abusos e imposiciones a su antojo. Y con una sonrisa como queriendo encubrir la realidad se autocomplacen satisfechos, pero que no tranquilos. Sus conciencias los descubren y le interpelan.
Convergemos en que todo sigue igual. El genocidio, aunque fue mucho anterior, de Herodes se repite, pasando por Hitler, ahora con el aborto. La imposición y persecución de Nerón y las muertes, para deleite del pueblo romano, se repiten hoy con Epc, retirada de crucifijos, persecuciones incluso de muerte en mucha partes del mundo... y todo porque se quiere seguir esclavizando al hombre por el hombre. Unos los ricos y poderosos y otros los siervos y lacayos.
Conclusión: no hay derechos humanos, y se grita que sí los hay, es una gran mentira; no hay libertad y se habla del logro de la libertad, es una gran mentira; no hay justicia ni solidaridad, y se hacen la fotografía y regalan premios Nobel, y como quieran llamarles, en nombre de luchar por la paz, es una gran mentira... todo sigue igual y los pueblos siguen explotados y denigrados, esclavizados y abandonados... todo sigue peor.
Y el Único qué desde siempre creó al hombre bueno en un mundo bueno; y el Único qué se interesó por el hombre cuando eligió caminar por donde sólo conseguirá su propia muerte, fue el Creador, y ese Creador envió a su HIJO para rescatar la Verdad, para encauzar los Valores, para encaminar al hombre por el camino único de salvación. Y ha sido el Único que lo ha defendido y ha puesto sobre la mesa sus Derechos Humanos. Y todo por amor.
Ahora, ¿con qué derecho se autoadjudican muchos de ser ellos los defensores y los creadores de derechos y libertades? ¿Realmente a quién defienden y liberan? ¿Se les nota eso en su forma de vivir y de darse a los demás? ¿Realmente luchan y se entregan hasta la muerte por defender la justicia, la paz y la concordia entre los pueblos? ¿Son solidarios con los pueblos más pequeños, pobres e ignorantes?¿Luchan por crear vida, protegerla, defenderla y acompañarla para lograr un mundo mejor para todos y en paz?
Si eso no es así, luego ¿de qué hablan?
Hoy se oyen muchas voces clamando por derechos, "derechos humanos", que defienden a la persona humana y la liberan de esclavitudes y miserias. Sin embargo, a pesar de esas voces la sombra de la esclavitud sigue perenne ensombreando el camino del hombre y anclándolo en el pasado de forma firme e inamovible.
Ni que decir hay que desde mi niñez hasta hoy, han pasado casi 64 años, he vivido muchos cambios, y más resaltado cuando se vive en un pueblo pequeño como era, y es aunque ha crecido mucho, mi querido Arrecife. Desde sentarte a esperar el adorable sueño sin ninguna preocupación oyendo el susurro de los alegatos de tu madre y algún cuento, ¡aquellos cuentos! que te levantaban el corazón y agudizaban tu imaginación sintiéndolos tuyos como si lo vivieras en ese mismo momento.
Desde el portal de Belén, que cada día era recibido con la ilusión de mover un pasito más los camellos o caballos hacia el lugar del nacimiento del niño JESÚS, hasta la venida de la luz perpetua y los días de cine semanales. Como un torbellino que no te deja pensar aparecieron los transistores, los tocadiscos, el teléfono automático, la tele, y una carrera vertiginosa que no para de crecer hasta nuestros días.
Todo, lavadora, maquina de afeitar eléctrica, neveras, cocinas de gas...etc empezaron a revolucionar la forma del vivir de aquella época y no sólo cambiaron las costumbres, sino que se originó una nueva forma de relacionarse y de conducta. Ahí empezó a cambiar los criterios y valores y, si por un lado se iba creciendo tecnológicamente, por otro se iba decreciendo humanamente en dignidad.
Se vivía mejor y creo que ahora se vive mucho mejor, pero como persona no se había avanzado. Aquellas películas, al igual que hoy, que nos describían las costumbres, los valores,los derechos y la dignidad de las personas de la época seguían permaneciendo en mi época, y siguen permaneciendo hoy. Nada había cambiado en lo verdaderamente importante. La sustancia del valor que dignifica a la persona sigue pisoteado incluso ahora más que antes.
Cuando Francisco de Asís experimentó la esclavitud y miseria a que eran sometidos los empleados, mejor esclavos, que su padre utilizaba para florecer en su negocio y obtener todo aquel oro que le enseñaba, jactándose de su habilidad para conseguirlo (ver película), su conciencia y su llamada a la dignidad, por ser hijos de DIOS, de todos los hombres, no pudo aguantar ni soportar tamaña injusticia y explotación.
Ensimismados y asombrados de aquellas historias que nos relataban las esclavitudes, las miserias de aquellos tiempos, hoy contemplamos que frente a los avances técnicos la dignidad del hombre sigue anclada en el pasado. Mencionar lo que ocurre en el llamado tercer mundo bastaría para dejar constatado todo lo que trato de comunicar (ver blog Humanizando tu entorno).
Sin embargo, también en el llamado primer mundo o países superdesarrollados ocurre lo mismo. Donde abundan los rascacielos, los coches de lujo, la joyerías enjoyadas y... a tres pasos más allá y a la vuelta de la esquina permanecen los marginados, los desheredados, los hambrientos, los denigrados, los miserables. Y lo son porque, como aquellos de la época de Francisco, estos aparentan mejores condiciones, pero la realidad es la misma: sufren bajos salarios, condiciones infrahumanas, no se les respetan los derechos y son explotados.
Hay quienes se pasean por sus jardines y no advierten nada. Incluso llegan a pensar que se vive bien y que todo está en su lugar y no hay grandes ni graves problemas. Sus reales apreciaciones les llevan a exclamar. "¡se vive bastante bien!".
Atrincherados en su propio bienestar y confort se autotraicionan y distorsionan la realidad viendo justicia en donde hay injusticia; viendo libertad donde habita la esclavitud; viendo derechos donde se práctica abusos e imposiciones a su antojo. Y con una sonrisa como queriendo encubrir la realidad se autocomplacen satisfechos, pero que no tranquilos. Sus conciencias los descubren y le interpelan.
Convergemos en que todo sigue igual. El genocidio, aunque fue mucho anterior, de Herodes se repite, pasando por Hitler, ahora con el aborto. La imposición y persecución de Nerón y las muertes, para deleite del pueblo romano, se repiten hoy con Epc, retirada de crucifijos, persecuciones incluso de muerte en mucha partes del mundo... y todo porque se quiere seguir esclavizando al hombre por el hombre. Unos los ricos y poderosos y otros los siervos y lacayos.
Conclusión: no hay derechos humanos, y se grita que sí los hay, es una gran mentira; no hay libertad y se habla del logro de la libertad, es una gran mentira; no hay justicia ni solidaridad, y se hacen la fotografía y regalan premios Nobel, y como quieran llamarles, en nombre de luchar por la paz, es una gran mentira... todo sigue igual y los pueblos siguen explotados y denigrados, esclavizados y abandonados... todo sigue peor.
Y el Único qué desde siempre creó al hombre bueno en un mundo bueno; y el Único qué se interesó por el hombre cuando eligió caminar por donde sólo conseguirá su propia muerte, fue el Creador, y ese Creador envió a su HIJO para rescatar la Verdad, para encauzar los Valores, para encaminar al hombre por el camino único de salvación. Y ha sido el Único que lo ha defendido y ha puesto sobre la mesa sus Derechos Humanos. Y todo por amor.
Ahora, ¿con qué derecho se autoadjudican muchos de ser ellos los defensores y los creadores de derechos y libertades? ¿Realmente a quién defienden y liberan? ¿Se les nota eso en su forma de vivir y de darse a los demás? ¿Realmente luchan y se entregan hasta la muerte por defender la justicia, la paz y la concordia entre los pueblos? ¿Son solidarios con los pueblos más pequeños, pobres e ignorantes?¿Luchan por crear vida, protegerla, defenderla y acompañarla para lograr un mundo mejor para todos y en paz?
Si eso no es así, luego ¿de qué hablan?
Muy interesante reflexión Salvador.
ResponderEliminarComo hasta ahora seguiremos siguiendo este blog.
Oraciones, bendiciones y un fraternal abrazo.
Gracias, Gizatar por tu compartir.
ResponderEliminarUn abrazo.