- Juan 1, 45-51. En aquel tiempo, Felipe se...
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luego verás. Sí, porque en más de una ocasión la gente se pregunta y se interroga, pero no va ni acude al encuentro que pueda descifrar esa pregunta o esa interrogación. Lo lógico, si crees o piensas algo, es que vayas y veas.
Eso fue lo que le pasó a Natanael, suponía que de Nazaret nada bueno podía salir, sin embargo, a pesar de su escepticismo no se cerró en banda, sino que acudió a ver, comprobar, experimentar y, por supuesto, ante Jesús no hay otra opción sino creer.
El encuentro con Jesús no ocurre si tú no dejas que se produzca. Eres libre y Jesús no coarta tu libertad. Simplemente te escucha, te acoge, siente tus problemas y los comparte contigo. Está y permanece a tu lado aunque tú te niegues a dejarlo. Permanece en silencio pero atento, disponible y alerta a tu llamada. Su paciencia es ilimitada.
Te conoce como sucedió con San Bartolomé (Natanael) y se hace el encontradizo, te visita, pero siempre cuenta con tu disponibilidad y aceptación. Igual Natanael pudo rechazar la oferta de Felipe, pero acertó, siguió su buena e intuitiva curiosidad.
¿Nos habrá llamado Jesús también a nosotros por medio de otro amigo? ¿Hemos aceptado la invitación, o nos ocurre como aquellos que rechazaron ir al banquete de invitados? ¿Y nos cuidamos de ir bien ataviados y con el traje adecuado? Son preguntas que tú, solo tú puedes dar respuesta.
Para ello, pidamos la luz del Espíritu Santo, para que nos de la valentía, la inteligencia y sabiduría de, como Natanael, ir y ver.
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