Lc 1, 26-38 |
No seremos libres hasta que seamos capaces de dejarnos invadir por la Gracia de Dios. Y eso significa estar disponible a hacer su Voluntad. Y su Voluntad no es otra que amar y amar. Amar al hombre hasta estar dispuesto a dar su vida por él.
Mientras, estaremos atados a alguna esclavitud que nos puede impedir dejarnos llevar por la acción del Espíritu. Es posible que difícilmente sepamos cuando nos dejamos llevar o cuando no lo hacemos, pero cuando estemos dispuestos a hacerlo, seguro que seremos advertidos por el Espíritu de ello.
Es el caso de María, la Madre de Dios. Ella es el ejemplo, el faro y el testimonio que nos alumbra en esta actitud. Puso todo su ser a disposición de la Voluntad de Dios, y se entregó a la misión corredentora que el Padre le había otorgado.
María nos muestra el camino para seguir los impulsos del Espíritu Santo que nos guía: la humildad y la apertura de corazón. Todo lo demás lo hará la fuerza y el poder del Espíritu.
María no fue llamada 'llena de gracia' en vano. Y ella es la que nos guía por el camino de la gracia, y así nos lo han enseñado los grandes santos y, por cierto, también los grandes Papas de nuestro tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo!
La Madre siempre es una referencia que nos puede acercar a Jesús, nuestro principal objetivo. Ella, su Madre, nos puede enseñar el camino para llegar a Él porque la Madre conoce bien a su Hijo.
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