Mt 10, 28-33 |
Un creyente en Jesús de Nazaret no tiene miedo a la muerte. Y no tiene miedo porque la muerte es un paso para la Gloria. Vivir eternamente es el deseo de todo ser vivo, por eso se lucha y se teme a la muerte. Vivir en Jesús, el Hijo de Dios vivo, es vencer a la muerte y nacer, o mejor dicho, continuar la vida de forma gloriosa, igual que Jesús, para siempre.
No cabe duda que desear la vida eterna significa vivir en plenitud. Plenitud de vida llena de felicidad y de gozo. Porque nadie desea vivir en la vejez, el sufrimiento y la angustia. La muerte es, en ese sentido, el momento más glorioso del hombre. Una gracia de Dios, porque en ella terminamos la etapa de esta vida sufriente, de cruz, y rompemos la maldición del pecado en Xto. Jesús, naciendo a la verdadera Vida: la Vida eterna.
Por eso, Jesús nos dice hoy que no temamos a aquellos que pueden matar el cuerpo, pero no el alma. Más, tengamos cuidado con los que pueden, no solo matar el cuerpo sino también el alma. Estando a su lado y de su parte, Él, el Hijo de Dios Vivo, estará también de nuestra parte. Y con, por y en Jesús nunca seremos vencidos, pues en Él seremos mayoría aplastante.
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