(Mc 1,29-39) |
Supongo y pienso que es una limitación, debilidad o imperfección que todos tenemos y que no nos deja ver sino lo material, en este caso, la salud de nuestro cuerpo. Todos buscan a Jesús para que les dé salud. No lo buscan porque han visto en Él el Mesías salvador, sino para que les arregle sus dolencias materiales.
Y en ese sentido corren y se sienten atraídos por Jesús, pero no le entienden. No cabe duda que los judíos esperaban un Mesías poderoso, guerrero y líder del pueblo para alcanzar la libertad e independencia del pueblo romano. No se imaginaban un Reino de paz, de justicia y menos de amor. No entendía el por qué y cómo actuaba Jesús, sólo sus intereses físicos y materiales.
Jesús se aleja y se retira a orar. Necesita estar en contacto constante con el Padre. Ha venido a cumplir su Voluntad y decide marcharse para recorrer otros lugares, otras aldeas que también necesitan oírles y ver sus milagros. Milagros que sólo persiguen que se fijen en el poder de Dios y en la salvación, por el amor, que Él proclama, y que nos cuesta mucho más ver.
Abre Señor nuestro ojos y haznos entender que el camino ahora es de lucha y aceptación para que al entregar nuestro cuerpo, en nuestra hora, seamos purificados y acogidos en el Reino del Padre por su gran Misericordia.
Nuestra salvación depende de un mayor o menor recorrido en el que vivamos el amor que Jesús nos revela como enviado del Padre.
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