(Mt 20,17-28) |
Las luchas por el poder pierden a los hombres, y hunde un país. Hoy, no nos hace falta mirar para otro lugar, sino para nuestro mismo país. Lo tenemos en nuestra misma casa. Llevamos poco más de dos meses hablando y engañándose unos a otros. Ávidos de poder y codicia, no se piensa ni se tiene en cuenta el bien común, que para eso han sido nombrados, sino en el poder y el gobierno.
Y quieren gobernar para ser servidos, aclamados y poderosos. No para servir y buscar el bien común, la concordia y la paz. Contradicciones cuando desde la izquierda reclaman la justicia, los derechos y la verdad, y están desesperados por alcanzar el poder. No para reinar, sino para vengarse. Bien nos vendría a todos conocer lo que nos propone Jesús. «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».
Quedan todos retratados. Estas palabras del Evangelio, dichas hace ya bastante tiempo, son tan actuales como si se dijeran en estos momentos. Nos vendría bien a todos leerlas, reflexionarlas y aplicarlas. Quién quiera ser el primero, que sea el último, y quien quiera ser grande, que sea vuestro servidor.
No es el ejemplo que nos están dando nuestros políticos, al igual que la madre de los hijos de Zebedeo, que querían repartirse el privilegio de estar a la derecha e izquierda de Jesús. Porque estas actitudes provocan en los demás indignación y deseos de venganza. Es lo que se respira en estos días en nuestro país.
Realmente, si escucháramos más al Señor y tratáramos de reflexionar, que fácil sería buscar soluciones que vayan encaminadas a buscar el bien común de todos los hombres.
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