Cuando descubrimos un brote verde en un árbol, sabemos que en él hay vida y también que se acerca el verano. Igual sucede con las señales que Jesús nos predijo, que al verla supiésemos que el Reino de Dios está cerca: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
Todo brote de amor, de buena acción y de solidaridad nos hablan de la presencia de Dios. Cada día mantenemos una conversación con Él en la lectura del Evangelio y el humilde esfuerzo, por nuestra parte, de reflexionarla. Y cada día recibimos un toque de atención y de amor desde su Palabra que nos habla de su proximidad y cercanía. Sólo necesitamos estar atentos y abiertos a su Palabra. El Señor nos revela a cada instante su proximidad que se manifiesta en todos los acontecimientos de nuestra vida.
Un simple brote verde, de la misma manera que nos anuncia una nueva vida, también nos descubre que el mundo camina y se mueve. Y que es la Mano de Dios quien lo mueve y lo dirige. Todo sucederá tal cual está previsto y profetizado y terminará. Sin embargo, la Palabra de Dios es eterna, siempre están ahí y nunca pasarán.
Estemos pues atento a la Palabra de Dios. No dejemos ningún día de tener nuestro espacio de tiempo con y para Él. Reflexionemos el Evangelio, ya sea meditándolo y leyendo o simplemente compartiéndolo en esta humilde página, cuya finalidad no es otra sino esa: Compartir nuestra fe para fortalecernos y crecer en ella. Descubramos que todo lo que sucede nos anuncia un día nuevo, una vida nueva y un nuevo amanecer que explotará en dicha y alegría con la presencia del Señor.
Esta es una promesa, que conlleva un compromiso, ser la presencia visible del cuerpo místico de Jesucristo. Sal y luz para las naciones. Eso trae hoy para mi la palabra del Señor
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