La tendencia del hombre a absolutizar las normas es una inclinación mala, pues se corre el peligro de dejar en un segundo plano otras cosas de más valor e importancia. La norma del sábado nunca puede estar por encima del bien de la persona humana. Nunca se puede poner como valor absoluto el descanso del sábado porque el bien del hombre está primero.
¿Cómo se puede dejar sufrir a una personas por el cumplimiento de la ley sabática? ¿Está eso bien? No se puede entender sino desde un absolutismo dictatorial y sin sentido. Por lo tanto, Jesús critica esa ley y la pone en función del hombre. Sin embargo, las leyes no han dejado de absolutizar y posponer al hombre en muchos casos. Tal es la ley del aborto. ¿Acaso se puede matar a un ser humano vivo por el egoísmo de su madre? Y los cristianos debemos criticar y luchar contra esa ley que mata a niños inocentes en el vientre de sus madres.
Poco más hay que decir sobre esta ley. Al menos a mí me basta con esta simple y humilde reflexión. El hombre es el centro de la creación y Dios ha creado todo a su derredor para que le sirva para su beneficio y sustento. Un uso adecuado y bien aprovechado y, sobre todo, equitativo y equilibrado para el bien de todos. Un uso apoyado en el reparto justo y atendiendo a que todos somos hijos del mismo Padre. Una distribución entre hermanos.
De esta forma las leyes mirarian más para la justicia y el bien entre todos los hombres y se evitarían muchos problemas y enfrentamientos. Supongo que la paz y la justicia brillarían y la convivencia sería algo muy bueno y estable entre los pueblos.
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