Mc 6,7-13 |
En tu bautismo adquieres tu compromiso de enviado a predicar. Un envío simple y sin nada de carga. Hay que dejarlo todo, y cuando digo todo me refiero a todo aquello que creas que te hace falta para poder dar testimonio y predicar el Evangelio. No hace falta nada sino lo que te recomienda Jesús en el Evangelio de hoy:
Simplemente, nos dice, un bastón, pero nada de pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas» El Señor quiere dejarnos claro que la fuerza de la evangelización no está en los recursos, ni en el material que llevemos con nosotros, sino en anunciar el Evangelio en el nombre de Jesús. Sólo en Él reside la fuerza y lo experimentamos poniéndonos en sus Manos´y dejándonos llevar por la acción del Espíritu Santo.
Evangelizar es hablar y actuar en nombre de Jesús. Es presentarlo a aquellos que no le conocen y a anunciar la Buena Noticia de salvación por obra y Gracia de su Infinita Misericordia. Y apoyados en su Palabra, en su Gracia y Voluntad. No depende de nuestra capacidad ni de nuestros esfuerzos, aunque eso no significa que tengamos que poner todo el esfuerzo posible de nuestra parte, pero nuestra confianza y esperanza siempre está en el Señor.
Él es el Camino, la Verdad y la Vida y a quien presentamos a los hombres. Él es la Referencia y su Palabra basta, porque en ella está nuestra salvación. Somos enviados a dar testimonio de esa felicidad que buscamos y que vive dentro de nosotros. Está inscrita en nuestros corazones y sólo en el Señor la podemos encontrar. Por eso, no podemos esconder ese Tesoro sino todo lo contrario, darlo a conocer a todos los hombres.
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