sábado, 6 de marzo de 2021

SOLO SE ES PADRE EN EL AMOR

Lc 15,1-3.11-32

No se es padre simplemente por el hecho de tener hijos, sino, fundamentalmente por la responsabilidad y el  compromiso de amarlos. Se realiza la función de padre cuando se está inmerso en el amor y, por supuesto, se ama al hijo hasta el punto de entregarse al extremo. Precisamente, esa es la parábola que nos plantea en el Evangelio de hoy Jesús, la parábola del Padre amoroso y misericordioso; la de un Padre conmovido y sin reproches esperando a sus hijos.

Y, de la misma manera, no se es hijo sino no se corresponde en el amor misericordioso con respecto a su padre, pero, también, respecto a sus hermanos y demás personas en general. El denominador común, destacamos, es el amor. hasta el punto que, sin amor la vida pierde todo su sentido y toma camino de destrucción. Es imposible construir un mundo fraterno, en paz y justicia sin amor. Y sin amor, la verdad queda escondida en la oscuridad y tinieblas de la mentira, falsedad y malicia.

De esta manera, tanto el hijo menor como su hermano, el mayor, encuentran en el Padre acogida, comprensión y, sobre todo, amor. Un amor responsable, comprometido, misericordioso, compasivo que sale y se derrama de un corazón conmovido, paciente, suave, humilde y bondadoso. Un corazón amoroso y misericordioso que les espera y les devuelve esa dignidad de hijos llamados a compartir su Gloria Eterna.

Ahora, ¿estamos nosotros en esa actitud y descubrimos nuestras miserias y exigencias injustas? ¿Descubrimos humildemente que no merecemos nada, y menos ese Amor Misericordioso con el que nos recibe nuestro Padre Dios? Y, por último, ¿nos damos cuenta del Amor de nuestro Padre y de todo lo que se nos ha dado gratuitamente?

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