No se trata de imponer sino de proponer. La Buena Noticia es una propuesta de amor desde la pobreza, la humildad y el amor. Un amor gratuito, desinteresado y dado en la verdad y la misericordia. Una propuesta desde la autoridad, recibida del Señor, y desde el amor sobre el poder del mal – demonio – para expulsar esos espíritus inmundos que aprisionan, esclavizan y someten al hombre.
Sin embargo, ante esta propuesta, el hombre no perderá su liberta y, será él quien elegirá el camino a seguir, bien aceptando la propuesta que anuncia la Buena Noticia o bien rechazándola. No se trata de un poder que impone, sino que propone. Y un poder lejos de imponerse por la fuerza o por el poder económico. Se trata del poder del amor misericordioso presentado y anunciado desde la verdad, la humildad y el amor. Un poder sobre el pecado desde la pobreza y la libertad. Un poder apoyado y legitimado en la coherencia de lo anunciado y las obras realizadas. Un poder desde el servicio y desde lo necesario e imprescindible para vivir, servir y amar.
Un poder recibido tras la vivencia de un periodo de formación junto a Jesús que los envía a anunciar esa Buena Noticia de liberación de la esclavitud a la que somete el pecado. Y una Buena Noticia que tras ser anunciad desde la rectitud, testimonio y coherencia vivida, su respuesta queda fuera de la responsabilidad de los enviados. Y es que la responsabilidad, de aceptar o no el mensaje, recaerá sobre cada uno, puesto que somos libres para decidir éste u otro camino.
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