lunes, 18 de marzo de 2024

LA MISERICORDIA ABRE LA PUERTA DE LA ESPERANZA

Evidentemente no hay esperanza, la ley dictaba la condena a ser apedreada y no había otra escapatoria. Sin lugar a duda todo estaba sentenciado y los presentes y acusadores se preparaban llenándose sus manos de piedras. De repente, las palabras de Jesús responden y desconciertan: «El que esté sin pecado que le tire la primera piedra» Y que curioso, nadie se sintió libre de pecado.

De alguna manera también nosotros experimentamos esa culpa en lo más profundo de nuestro corazón. Supongo, y creo no equivocarme, que tampoco nosotros lanzaríamos ninguna piedra si nos dieran esa respuesta. Todos, incluso hasta el más prepotente se siente culpable de alguna mala acción o decisión. Todos admitimos que no somos perfectos y, en consecuencia, cometemos errores o faltas. Y quien esté libre de eso que diga la primera palabra.

Pero, al margen de esa respuesta de Jesús, lo verdaderamente importante y esperanzador es lo que le dice a la mujer al final: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

Son palabras que también han sido pronunciadas para cada uno de nosotros. Porque, también cada uno de nosotros tiene un corazón pecador que necesita ser purificado, limpiado y perdonado. Y Jesús, enviado por su Padre, ha venido para eso, para limpiarnos, perdonarnos y sugerirnos que no volvamos a la senda del pecado. Su Misericordia es Infinita, por eso ha dejado abierta la puerta del sacramento del perdón.

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