martes, 25 de octubre de 2011

LA SEMILLA NECESITA SU TIEMPO

Lucas 13, 18-21
Y nosotros desesperamos. La paciencia de DIOS es infinita y y su Misericordia nunca desespera ni se cansa. No ocurre igual en nosotros que queremos resultados inmediatos y desesperamos ante la lentitud del proceso de conversión. No alcanzamos a pensar que quizás nuestra época es la de sólo sembrar, y a otros les toca recoger.

Suelo experimentarlo mucho en mi labor de Cursillo de Cristiandad. Desespero ante la escasa respuesta, sed y hambre de DIOS que la gente muestra, y se hace difícil reunir un pequeño grupo para celebrar un Cursillo. El fantasma de suspenderlo ronda siempre muy cerca. Y desespero y me pregunto como TÚ, mi SEÑOR no espabilas esas mentes y les despierta el hambre y sed de TI. 

TÚ, SEÑOR, que tienes más interés que yo. TÚ, SEÑOR, que sales al encuentro de cada uno de nosotros y nos invitas a beber de tu Gracia. ¿Cómo es posible que te muestres tan pasivo, tan aparentemente indiferente ante la escasa respuesta de tus hijos a escucharte? Creo que nunca lo entenderé, pero me admira y me anima el experimentar esa infinita paciencia que nuestro PADRE DIOS tiene para con nosotros.

La Palabra de hoy me anima, me da aliento y me conforta para continuar la lucha sin desesperarme, sin angustias, sin esperar nada a cambio. El SEÑOR sabrá. ¡cuanto espera también por mí! Por mis malas respuestas, mis fallos, mis debilidades, mis incomprensiones, mis desesperos, mis rebeldías...etc. Y continuas sin pestañear a mi lado.

Ya, ¡seguro!, crecerá el árbol, fermentará la masa, y todos nos volveremos a TI, porque sólo TÚ, mi SEÑOR, tienes Palabra de Vida Eterna.

Alienta mi vida, SEÑOR, dale sostén y mantenla
paciente, vigorosa y fuerte en la lucha,
aunque no vea resultados, aunque
todo parezca retroceder.

Dame la capacidad de descubrir tu presencia,
y de experimentarla. Porque sintiéndote
a mi lado todo será mejor, y mi
confianza será plena. Amén.

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