(Mc 9,14-29) |
No puedo hablar de la experiencia de otros, que los hay, que han hechos milagros por la oración, sino de mí mismo. Creo profundamente que todo lo que se le pida al Padre en Nombre de Jesús, si conviene, será concedido sin lugar a duda. Posiblemente, muchas cosas me han sido concedidas en mi vida, sin embargo de muchas no he sido consciente.
Pero, quizás de otras sí. He sido salvado de una arritmia, muerte súbita, de la que son pocos los que escapan. Muchos me dicen que he vuelto a nacer de nuevo. Lo paradójico es que yo le había pedido al Señor que me sacara de un aprieto, y la salida empezó por ahí. Siempre quedará la duda, pero yo creo en la intervención del Señor porque lo ha prometido, y el Padre concede lo pedido en su Nombre.
Pedid y se les dará, nos dice Jesús, y su Palabra es Palabra de Vida Eterna, siempre tiene cumplimiento. Testigos hay de todo lo que ha hecho, así que creerlo no es algo fundado en la ilusión o la ficción. Es la fe puesta en aquellos que viendo, creen y nos lo han transmitido. Por lo tanto, la oración, vehículo por el que hablamos con Dios y le pedimos en Nombre de Jesús, es muy importante y necesaria. Y no debemos dejar de usarla, solo que nos será dado aquello que convenga para nuestro bien de salvación, pues casi siempre pedimos mal.
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