Lucas 11, 5-13 |
Ignorar que tenemos un Padre dispuesto a darnos todo lo que deseamos simplemente por amor, es el mayor delito y torpeza que el hombre puede cometer. Y hay muchos hombres que lo ignoran y se desvían en el afán de buscar otras cosas o metas que sólo conducen al sin sentido y la perdición.
Claro, hay una condición, para eso somos libres, la de confiar. Porque si confiamos no desfalleceremos y seremos persistentes e insistiremos hasta el final. Por eso, Jesús nos anima hoy a ser constantes y no dejarnos llevar por el desánimo y la desconfianza.
Pedid y se nos dará; buscar y hallaréis; llamar y se nos abrirá. Porque bien es sabido por todos que quien pide, recibe; quien busca, encuentra y quien llama se le abre. ¿Cuántas veces hemos oído: "el que no llora no mama"?, pues esta frase explica que ese criterio habita dentro de nosotros. Sin embargo, perdemos la confianza y dejamos de insistir.
¿Cómo podemos pensar que nuestro Padre Dios nos desoyes y no nos atiende? ¿Qué sentido tiene entonces entregarnos a su Hijo para que sufra y muera por nosotros? ¿Para dejarnos abandonados? Ocurre que no confiamos y perdemos la fe. Queremos respuestas inmediatas, y las que nosotros pensamos, no las que piensa nuestro Padre Dios, que es el Único que sabe lo que nos conviene. No estamos dispuestos a esperarle. Nos importa sólo nuestra voluntad, no la Voluntad del Padre.
Sin embargo, cuando somos capaces de esperarle y de aguardar pacientemente su respuesta, la luz se hace en nuestra vida y el camino aligera nuestro paso y suaviza nuestra carga.
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