viernes, 14 de septiembre de 2018

TÚ, SEÑOR, DIGNIFICASTE LA CRUZ

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Jn 3,13-17)
Todos buscamos las comodidades. Es nuestra tendencia natural, pero también nuestra cruz, porque sentirse cómodo en la vida no es buena señal. Diría más que es un peligro que viene muy relacionado con los demás. ¡Claro!, es bueno y una digna aspiración sentirse cómodo, pero hay una condición, que todos estén cómodos. Mientras haya uno incómodo, tú y yo no podemos sentirnos bien.

Porque, sentirse cómodo es renunciar a seguir a Jesús, pues Él exige estar pendiente del que sufre, del que está hambriento, del pobre y carente de las necesidades más necesarias. Y mientras haya gente que sufre estas miserias, nosotros, los que queremos seguir a Jesús tendremos que sentirnos incómodos y molestos. Necesitamos tratar de aliviar esas carencias con nuestras oraciones y aportaciones y con nuestro trabajo. Con todo aquello que nos sea posible.

Y eso, amigos y hermanos en la fe, es una cruz, una gran cruz. Una Cruz que Jesús ya cargó sobre sus hombros y la llevó hasta el Gólgota donde fue en ella levantado y crucificado. Hoy nos lo dice en el Evangelio hablando con Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto...

Nuestra vida no es un camino de rosa. Hay etapas o trozos -me gusta más así- de ella que huelen a rosas y rezuman felicidad, pero no perdura, Y hay otros que levantan ampollas y hacen sudar sangre. Resumiendo, podemos decir que la vida es una cruz. Una cruz que tendremos que saber cargar y soportar. Y no es nada fácil vivirla, y menos solos. Necesitamos afirmarnos en Aquel, nuestro Señor, que muriendo en la Cruz la elevó a la categoría y dignidad más alta hasta el punto de significar nuestra salvación.

Jesús abraza la Cruz para que todos los que crean en Él tengan acceso a la Vida Eterna. Él se entrega a una muerte de Cruz voluntariamente para rescatarnos del pecado y merecer, por su Muerte, la Salvación Eterna.

2 comentarios:

  1. Muy buen artículo no tiene desperdicio. Tomare el atrevimiento to de compartirlo haciendo las referencia de ligar claro. Bendiciones y gracias por compartirlo.

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