lunes, 14 de enero de 2019

CONVERTIRNOS AL SEÑOR

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Mc 1,14-20
¿Qué buscamos en este mundo? ¿O no buscamos nada? Esa es la pregunta que todo ser humano se plantea, aunque muchos es posible que no la descubran o pasen sin saber a dónde van o para qué están aquí. Quizás nosotros tenemos también algo de culpa en esa actitud y comportamiento de otros. Quizás nosotros no les hemos ayudado a mirarse a sí mismos o descubrir realmente lo que buscan sin saber cómo o para qué.

Todo ser humano quiere ser feliz, y muchos lo descubren haciendo feliz a otros. La felicidad del ser humano es darse y hacer feliz a otros. Sobre todo a los que estamos vinculado por la sangre, familia: padres, hermanos, hijos, parientes...etc. Pero, también a los amigos y, incluso a los extraños. En esas experiencias vamos experimentando que esa felicidad que buscamos se esconde ahí.

Sin embargo, hay una gran dificultad, nuestra naturaleza humana, limitada, herida, tocada por el pecado, egoísta y sometida a apetencias, apegos, ambiciones, poder, vanidades...etc. Pronto nos damos cuenta que nos es muy difícil vencernos por nosotros mismos. Necesitamos ayuda, y no una ayuda humana, sino una ayuda sobrenatural. Alguien que pueda liberarnos de la esclavitud del pecado y darnos esa felicidad eterna a la que aspiramos.

Y ese es Jesús, que hoy, en el Evangelio, nos propone y ofrece esa posibilidad. Nos llama a la conversión, pero a una conversión hacia Él, porque es Él precisamente el Camino, la Verdad y la Vida. «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva» Eso nos dice e invita Jesús hacer. Se trata de reconocer en Él al Mesías liberador que nos libera de nuestras esclavitudes y nos da el don de la fe. Significa estar agradecidos y dejarnos conducir por el mismo Espíritu de Dios que también ha sido enviado a todos los que se abren a su acción y darnos en amor para todos los hombres.

Y no es fácil, pero si posible si estamos injertados en el Espíritu Santo. Por eso, Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Siguiéndole y poniéndonos en sus Manos podemos alcanzar esa Conversión de la que Jesús nos habla hoy.

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