miércoles, 17 de julio de 2019

SENCILLOS DE CORAZÓN

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Mt 11,25-27
La sencillez no admite doblez. Lo sencillo es simple, tiene una sola cara y no presenta complejidad. De modo que no se resiste a la verdad ni presenta dificultades ni complicaciones. Se abre a la verdad porque, de hecho, están en su búsqueda. La sencillez no tiene lugar para la mentira ni para el engaño. No es compleja y sólo presenta la cara de la verdad. Por eso, Jesús da gracia a Dios por la gente sencilla que pone su confianza en Dios.

Y es que sucede que los sabios y entendidos tienen mil razones para resistirse y para poner en duda el anuncio de la Buena Noticia. Su complejidad les inclina a cerrar sus corazones y a dudar de la Palabra de Dios. Siempre encuentran excusas para sortear y rechazar la Palabra de Dios. Se cierran a la fe y se agarran a su razón, pues, lo que no son capaces de entender ni cabe en sus mentes no lo aceptan.

¿Acaso puede el ser humano entender el misterio y la grandeza de su Creador? ¿Es él más grande o igual que el Creador de todo lo visible e invisible? Sin lugar a duda el sencillo no se hace esas preguntas ni se complica buscando razones, simplemente cree y se abandona en las Manos del Señor y escucha su Palabra. Porque, a Dios se llega desde el corazón y desde el amor y no por la inteligencia.

Dios se da a conocer y se revela a la gente sencilla, a los que son capaces de esforzarse en amar y buscar el bien. A aquellos que, experimentando en sus corazones el deseo de amar son capaces de entregarse y confiar en su Palabra. Así ocurrió con Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Juan el Bautista... hasta llegar a María. Quizás estemos ahora nosotros experimentando esa llamada y nos corresponderá responder y abrir nuestros corazones mostrándonos sencillos y humildes a la escucha de la Palabra de Dios. Es cuestión de experimentarnos sencillos y humildes y dejar que el Espíritu de Dios nos transforme.

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