Lc 6,6-11 |
La cuestión sigue en el alero y, planteada ya desde Jesucristo, hoy sigue vigente y planteando el mismo interrogante: ¿Está la ley al servicio del hombre o el hombre sometido y al servicio de la ley? Hoy, en la actualidad podemos incluso plantearlo de otra forma, pero siempre en los mismos términos: ¿La economía al servicio del hombre o el hombre sometido a la economía?
A pesar de que Jesús planteó esta cuestión en su época y en su mismo pueblo liberando al hombre de la ley y sometiendo el sábado al servicio y bien del hombre, todavía hoy sigue vigente el mismo problema entre los hombres, y al parecer el mundo se inclina por dar prioridad a la economía. Precisamente, en el Evangelio de ayer domingo, Jesús nos deja claro que seguirle exige posponer todo lo demás y eso significa posponer familia, bienes y, por supuesto, dinero.
El Señor viene, enviado por su Padre, a poner la dignidad de la persona humana por encima de todo lo demás y, para ello, nos exige someter la ley al bien del hombre. Esta actitud manifiesta que el bien del hombre y su salvación deben ser lo primero. Es lo que marca el Plan de Dios que se inicia en el nacimiento, encarnado en Naturaleza humana, del Mesías prometido, el Hijo de Dios, en el vientre de María, Madre de Dios.
La ley debe quedar sometida para alivio del hombre y para el bien de su salvación. La muerte del Hijo de Dios en la Cruz está ofrecida para que el hombre alcance el perdón de sus pecados y la Misericordia de Dios. Por eso somos salvados, nunca por nuestros méritos. Sigamos, pues, su Palabra en una buena actitud y abierto con plena disponibilidad a la acción del Espíritu Santo.
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