Lc 6,39-42 |
Eres pecador, pero no porque tú lo confieses, lo creas y lo reconozca, sino porque tu naturaleza humana, débil y frágil, está sometida a las tentaciones, placeres y carne de este mundo tentador. Por tanto, a pesar de tus esfuerzos y exigencias no podrás vencerte ni vencer tu condición pecadora. Y eso te exige mucha reflexión y mirada interior para adentrarte en lo más profundo de tu corazón para descubrirte pecador y, de esta manera, dar el primer paso para limpiarte, por la Gracia de Dios, la viga que te impide ver la mota en el ojo ajeno.
Porque, sólo cuando estás limpio podrás ver, desde la Luz del Espíritu Santo, la mota en el ojo del otro y ayudarle a quitarla para poder ver. La medida de tu exigencia marcará la medida de tu amor. Será directamente proporcional a la exigencias que tú mismo te impongas. De otra manera, tanto te exiges, tanto amas. En y desde esa actitud necesitas la reflexión de cada día para afrontar la lucha diaria contra el mal que se esconde y vive dentro de nosotros. Un mal que contamina nuestra naturaleza humana y le impide ver ocultándole la realidad y anteponiéndole la vida delante de sus ojos e impidiéndole ver.
Exígete mucha humildad para ver esas vigas que se levantan ante tus ojos y te impiden ver las motas en los ojos de los otros. Sólo desde el Espíritu Santo somos capaces de descubrirnos pecadores y limpios poder también ayudar, por la acción del Espíritu, a descubrir en otros las motas que les impide ver la verdad. De esta manera podemos convertirnos, por la Gracia de Dios, en guías de otros y ayudarles a encontrar el verdadero camino que nos auxilie y nos convierta.
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