Jn 3,13-17 |
Es maravilloso y algo tan grande que se nos escapa de nuestra mente y nuestro corazón. El Amor y la Misericordia de nuestro Padre Dios, dignidad, como ya hemos dicho, por la Muerte de nuestro Señor Jesús, Hijo del Padre, nos da la oportunidad de alcanzar la salvarnos. O dicho de otra manera, pone en nuestras manos la elección de optar a la Salvación o de renunciar a ella. Eres tú quien decide, pues Dios te da esa libertad para que puedas elegir y optar a la salvación o no, pues, su Hijo, nuestro Señor, ha pagado con su Vida, en una Muerte de Cruz, por ti y por mí.
Desde ahora, esa Cruz es nuestra esperanza y nuestra salvación, y, también, nuestro destino. Nuestro camino no estará exento de cruces que, en, con y desde Jesús podemos soportar y superar sin desviar nuestra mirada de Él, porque, Él es el único Camino, la única Verdad y la única Vida. Él no ha venido a juzgarnos, pues nuestro juicio sería un juicio de condenación, sino todo lo contrario. Ha venido a Salvarnos y a darnos la oportunidad, por la fe en Él, de alcanzar la Salvación.
Sin embargo, no podemos permanecer impasibles y pasivos. Nuestro camino está plagado de cruces que intentarán apartarnos de Dios y que, injertados en el Espíritu Santo, Señor y dador de Vida, y auxiliados en Él, tenemos la garantía de salir victorioso. Por eso, debemos adentrarnos en el camino de nuestra vida confiados en la Palabra del Señor, que nos promete que todo el que cree en Él tiene Vida Eterna.
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