martes, 18 de febrero de 2020

VIVIR EN TU PRESENCIA, SEÑOR

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Mc 8,14-21
Con mucha facilidad nos olvidamos de ti, Señor. El ajetreo diario, nuestras propias apetencias y los afanes de la vida nos apartan de tu presencia. Inciden en nuestro corazón para que, despegado de Ti, se apegue al mundo desplazándote a un segundo plano. Cada día, Señor, se convierte en un suplicio y en una batalla, y tus Prodigios, Milagros y Palabra permanecen en el olvido.

Necesito, Señor, recuperarlos y traerlos a la presencia primera de mi corazón. Experimento, también, que aquella frescura de mis primeras reflexiones, inocentes y confiadas como niños, se han convertido en tierra dura que exige más abono, cultivo y blandura, como si de tierra dura se tratara que exige más racionalidad y presenta dureza difícil de penetrar en el entendimiento.

Y percibo una cierta dureza de corazón que me hace difícil percibiste y descubrirte en mi corazón, Señor. Mientras, el mundo, me invade, me seduce y me inclina a alejarme de Ti. Yo quiero, Señor, renovar mis recuerdos y sentimientos primeros, mis deseos de estar contigo, de aprender de Ti y de descubrir que sólo en Ti encuentro y experimento gozo y felicidad.  Y todo sosegado y rodeado por una paz que me tranquiliza y me serena sosegadamente.

Señor, quiero traer a mi presencia tu Presencia y actualizar la vivencia de que Tú Vives y caminas a mi lado y junto a Ti encontraré respuesta para asumir y aceptar las cruces que se hagan presentes en mi vida, porque contigo a mi lado, Señor, todo lo puedo superar.

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