Mc 8,14-21 |
Con mucha facilidad nos olvidamos de ti, Señor. El
ajetreo diario, nuestras propias apetencias y los afanes de la vida nos apartan
de tu presencia. Inciden en nuestro corazón para que, despegado de Ti, se
apegue al mundo desplazándote a un segundo plano. Cada día, Señor, se convierte
en un suplicio y en una batalla, y tus Prodigios, Milagros y Palabra permanecen
en el olvido.
Necesito, Señor, recuperarlos y traerlos a la
presencia primera de mi corazón. Experimento, también, que aquella frescura de
mis primeras reflexiones, inocentes y confiadas como niños, se han convertido
en tierra dura que exige más abono, cultivo y blandura, como si de tierra dura
se tratara que exige más racionalidad y presenta dureza difícil de penetrar en
el entendimiento.
Y percibo una cierta dureza de corazón que me hace
difícil percibiste y descubrirte en mi corazón, Señor. Mientras, el mundo, me
invade, me seduce y me inclina a alejarme de Ti. Yo quiero, Señor, renovar mis
recuerdos y sentimientos primeros, mis deseos de estar contigo, de aprender de
Ti y de descubrir que sólo en Ti encuentro y experimento gozo y felicidad.
Y todo sosegado y rodeado por una paz que me tranquiliza y me serena
sosegadamente.
Señor, quiero traer a mi presencia tu Presencia y
actualizar la vivencia de que Tú Vives y caminas a mi lado y junto a Ti
encontraré respuesta para asumir y aceptar las cruces que se hagan presentes en
mi vida, porque contigo a mi lado, Señor, todo lo puedo superar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.