—Sería
engañarte a ti mismo, Pedro, el estar nadando entre dos aguas. ¿No te parece? —comentó
Manuel. Estás siempre en la duda y te sientes como presionado y nada libre.
Ahora esto y luego lo otro. Experimentas que estás como partido y no atiendes a
este ni al otro.
—Ya
lo dijo Jesús, no puedes servir a Dios y al dinero porque las consecuencias
serían dejar a uno para servir a otro —respondió Pedro.
—Es
el resultado que todos conocemos —agregó Manuel. ¡O estás con Jesús o no estás!
No hay medias tintas.
La
experiencia nos lo dice muy claro. Seguir a alguien supone renuncias y, cuando
se trata de responder a la llamada de Jesús, la renuncia es plena. Él es el
centro y en Él están puestas todas nuestras esperanzas. Eso no supone que no
haya problemas, dudas, caídas, debilidades y, por supuesto, pecados. Pero, el
seguimiento está centrado solo en Jesús. Seguirle es tomarle como modelo de
vida y, en la medida de mis talentos y cualidades, esforzarme en parecerme a
Él. Vivir tratando de reflejar en mi vida su Estilo de Vida.
Él
nos ha dado todo: su Vida y su Amor. Acepto voluntariamente su Pasión – que fue
algo terrible y cruel – para remisión de todos nuestros pecados. Por tanto, en
correspondencia, nosotros debemos responder de la misma forma. Sin olvidar que
por nuestra mancha original necesitamos de su Gracia y de su asistencia,
porque, solos estaremos a merced del demonio.
Y tu cruz no está lejos de ti, está dentro, en lo más profundo de tu corazón. Te viene dada por la misma vida. Solo tienes que llenarla de amor y misericordia y, cargándola voluntariamente, caminar según la Voluntad de Dios.
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