¿Cuál es la
finalidad? ¿No se trata de mejorar la vida del hombre? Por tanto, es evidente
que todo lo que se legisle se mire y vaya en función del bien del hombre. Ese
es el objetivo y la finalidad de la Ley, mejorar las relaciones de los hombres buscando
su bien. De modo que la prioridad no está en el cumplimiento sino en que esa
ley que obliga a cumplir sea lo mejor para beneficio del hombre. Una mejora en
coherencia y concordancia con la verdad y la justicia.
De modo que Jesús
no podía decir lo contrario. Ha venido para anunciarnos y proclamar el Amor de
su Padre y ese Amor Misericordioso pasa por buscar el bien del hombre. Por
tanto, es evidente y se cae de maduro que el sábado está detrás del hombre. La
ley debe buscar primero el bien del hombre tanto en sábado como en cualquier
otro día. Esa es la novedad de su anuncio de amor misericordioso, el bien del
hombre por encima de toda ley. De ahí que su primer y único mandato, de donde nacen
los otros nueve, sea el ámesen unos a otros como Yo los amo.
Las prioridades
están claras. Buscar la verdad y la justicia. Es decir, el bien de todos los
hombres. ¿Qué ocurre entonces?, que muchos ensoberbecidos por su egoísmo,
avaricia, satisfacciones y pasiones concupiscentes, afán de poder y de riqueza,
buscan el favor de las leyes y el de someter a sus caprichos y beneficios
propios a los demás. Y, en consecuencia, nacen las leyes que ellos se inventan
escondidas en falsas apariencias de verdad y demagogia.
Pero siempre el sábado en función del bien del hombre. No hay otra prioridad por mucho que quieran esconderla.
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