En la casa de mi PADRE hay una morada para mí, y también otra para ti, porque es PADRE de todos. JESÚS es el Camino para alcanzar esa morada, y en ÉL, creyendo en ÉL, también creemos en el PADRE, porque es el PADRE quien lo ha enviado.
Todo es del PADRE, y también las obras, por lo tanto, ellas nos ayudan también a creer que el HIJO es el enviado del PADRE. Y, nos dice JESÚS, que si creemos en ÉL podremos hacer también las mismas obras que ÉL, e incluso mayores.
Pero sin ÉL nada podemos hacer, ni mover un pelo de nuestro cabello. Por eso, cuando la tempestad llega a nuestra vida sentimos que sólo JESÚS puede calmarla, y lo hace, como todas sus obras, en nombre del PADRE. Por eso, desde nuestra impotencia en la experiencia de nuestro acontecer en la vida diaria, experimentamos que sólo en JESÚS, con JESÚS y por JESÚS llegaremos a alcanzar las moradas de la Casa de nuestro PADRE.
Te permito, SEÑOR, que gobiernes mi vida,
que hagas de mí el fruto de tu Camino, de
tu Vida y Verdad, y que convertido en TI,
contigo y por TI, llegue a alcanzar
un lugar en la Casa del PADRE. Amén.
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