(Lc 7,36-50) |
Ocurre que antes de perdonar consideramos que debemos juzgar si debemos perdonar. Nos cuesta perdonar sin haber antes juzgados, porque nuestro perdón necesita encontrar la culpa a perdonar. Y dependiendo de la medida de esa culpa, nuestro perdón será posible o no.
Sin embargo, Jesús nos previene contra esa forma de pensar tan humana y pecadora. Nos invita a perdonar de forma incondicional a pesar de que necesitemos perdonar mucho, pues cuanto más se es perdonado más se debe estar agradecido.
Es nuestro caso, se nos ha perdonado todo, y se nos sigue perdonando a cada instante todas nuestras faltas y debilidades. Sin embargo, ¡cuanto nos cuestas perdonar! Quizás esa toma de conciencia, tal y como nos sugiere hoy la palabra de Dios, nos puede ayudar a empeñarnos en perdonar sin atrevernos a juzgar.
Cuenta que el Espíritu Santo está a tu lado para asistirnos y fortalecernos para tan alta y hermosa misión: "La de amar sin medida".
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