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Jn 14, 1-6 |
No hay herencia que se le asemeje ni gloria mayor. El Señor nos ha prometido volver y llevarnos a un lugar en la Casa del Padre, a donde ha ido a prepararnos una estancia. ¿Cómo será esa estancia preparada por el Señor, Creador de cielo y tierra?
«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así; ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.»
Es apasionante escuchar esas palabras en boca de Jesús. Apasionantes porque hablan de una promesa, y la Palabra de Dios sabemos que siempre la cumple. Suponemos que el Señor está preparándonos ese lugar, porque en cuanto termine vendrá a buscarnos para llevarnos. Y en eso estamos.
Los creyentes en Jesús somos las personas más dichosas. Ayer nos lo decía el Evangelio: Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos.
Y así será, no amamos en balde ni perdemos el tiempo, porque amando ya, desde ese momento, somos felices y dichosos. Pero nuestra felicidad va más allá, sobre pasa la frontera de esta vida y de la muerte, para alcanzar la Resurrección Eterna.
Hoy, por tanto, es un día de gozo y de felicidad, porque recordamos a todos aquellos que, habiendo dejado este mundo, viven en el gozo y la plenitud eterna en la Casa que el Jesús nos ha preparado, y que continúa preparando a los que todavía recorremos el Camino que el mismo nos ha señalado en Palabras de respuesta a Tomas: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»
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