Cuando se quiere buscar alguna disculpa o razón que justifique nuestra defensa o arrogancia siempre se encuentra. Aquella gente, los letrados no aceptaban que un judío cualquiera les pudiera poner en entredicho su poder y su mando absoluto en la religión de su pueblo. Ellos eran los amos y los que tenían la verdad y el poder absoluto. No se les podía discutir.
Sin embargo, el pueblo le seguía hasta el punto de aglomerarse junto a Él que no les dejaban comer. Los letrados impulsados por su envidia y viendo que Jesús les quitaba la clientela y la autoridad, por expresarlo de alguna manera, le acusan de expulsar espíritu inmundo en nombre del demonio. Enorme disparate que no guarda coherencia ni se sostiene por sí mismo.
La respuesta de Jesús es la correcta: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin.
Es de sentido común que nadie puede hacerse la guerra a sí mismo, pues el mismo se destruiría. Pero, deja sentada otra cosa muy importante. No puedes entrar en casa del fuerte y saquear su ajuar si antes no le atas. Porque, de no hacerlo él te lo impediría. Con eso el Señor deja sentada su autoridad y su poder sobre el demonio. En y con Él vencemos los poderes del mal y quedamos libres para hacer el bien.
Porque, todo aquel que se cierre a la verdad y al bien y a la acción del Espíritu Santo impide que sea iluminado y perdonado. El perdón que Dios te da necesita una condición que sólo tú le puedes dar. Se trata del arrepentimiento. Para ser perdonado, no importa el pecado que sea, necesitas reconocerlo y arrepentirte, y conseguirás la Misericordia de Dios.
Porque, todo aquel que se cierre a la verdad y al bien y a la acción del Espíritu Santo impide que sea iluminado y perdonado. El perdón que Dios te da necesita una condición que sólo tú le puedes dar. Se trata del arrepentimiento. Para ser perdonado, no importa el pecado que sea, necesitas reconocerlo y arrepentirte, y conseguirás la Misericordia de Dios.
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