Lc 21, 34-36 |
No cabe duda de
que cuando estamos en peligros y sospechamos que podemos ser atacados por
sorpresa nuestra vigilancia y actitud de alerta es máxima. Es evidente que nos
puede caer el enemigo en cualquier instante y podemos ser sorprendidos con consecuencias
fatales. La alternativa será estar en permanente alerta y montar un equipo de
vigilia.
Nuestro comino en
este mundo es un camino en constante peligro. No ya solo en el aspecto físico
sino también espiritual. Estamos constantemente en peligro. Y no solo por lo
que venga de afuera, sino fundamentalmente por lo que está dentro de nosotros,
nuestra naturaleza, inclinada a satisfacerse carnalmente. Son nuestras pasiones,
concupiscencias, odios, venganzas, soberbias y un largo etc. lo que seduce a
nuestro corazón y lo pone en peligro de abandonar su recto camino.
La realidad es que nos enfrentamos a muchos sufrimientos y penalidades. El mundo es un camino de permanente peligro y nos costará permanecer con la cabeza bien levantada y firme si nos dejamos arrastrar por el ambiente cómodo, pernicioso y corrupto que nos rodea. Nunca debemos perder la fe en la esperanza de que el final llegará y con él vendrá la hora del Banquete Eterno. Un Banquete donde la felicidad será plena para siempre. Esa idea nos debe ayudar a sostenernos firmes y con gran esperanza. Dios, nuestro Padre no nos falla.
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