Se ha repetido
hasta la saciedad, ¡claro, en los Evangelios!, pero quienes no los conocen y,
por supuesto, no los lee, no se enterará de la advertencia. Ya sucedió en
tiempos de Noé con el diluvio y, nos dice el Evangelio de hoy que de la misma
manera sucederá ahora. ¡Cuándo? No conocemos el día ni la hora, pero si sabemos,
es Palabra de Dios, que ese día llegará.
La vida continúa
igual, dice el Evangelio: (Mt 24, 37-44): En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como en los días de Noé, así será la
venida del Hijo del hombre. Porque como en los días que precedieron al diluvio,
comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el
arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos,
así será también la venida del Hijo del hombre. Entonces, estarán dos en el
campo: uno es tomado, el otro…
La realidad es que
la esencia de nuestro vivir y comportarnos sigue siendo la misma que siglos
pasados. Todo sigue igual, aunque con más avances tecnológicos. Así lo narra el
Evangelio y así comprobamos que es la realidad. Y mientras, ¿qué hacemos
nosotros? Porque no podemos justificar que no lo sabíamos. Sabemos, valga la
redundancia, que el Señor vendrá cuando lo decida. Esas son las últimas
palabras con las que termina este Evangelio: «Por eso estad
también ustedes preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo
del hombre»
La cuestión por tanto es espabilar y estar atentos y despiertos. En cualquier hora se nos puede venir todo abajo. No solo porque así sucede en este mundo, sino porque puede ser que el Señor, Rey del Universo decida que ha llegado el fin. La promesa y también la advertencia está hecha, ahora tú decides como quiere seguir viviendo. Tal y como dice el Evangelio de hoy domingo, o levantando la mirada y atento a la Voluntad de Dios. Porque, escucha, Dios quiere tu salvación y tu felicidad eterna. No te lo impone sino te lo propone.
Y luego todo está ya hecho. No hay vuelta atrás, la eternidad que nos espera es la que hayamos elegido. Realmente, ¿no es para tomarselo en serio? Porque, independientemente de que creas o no creas, dentro de ti hay algo, a lo que no puedes renuciar, que te llama a vivir feliz eternamente.
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