lunes, 19 de diciembre de 2022

LA SALVACIÓN NOS VIENE DE DIOS

Mt 1, 18-24

Con frecuencia, quizás sin reflexionar lo debido o sin darnos cuenta, caemos en la tentación de pensar y creer que por nuestros actos y obras podemos alcanzar la salvación. Craso error que nos lleva a creernos merecedores de la salvación. Peor todavía llegar a pensar que por nuestras obras podemos salvarnos.

Quedarnos en esas consideraciones sería un gran peligro y una amenaza de estar cerca de perder el sentido de nuestro ser como criatura de Dios y de ser indignos de merecer su infinita misericordia y amor. Y es que todo es gratuidad por parte de Dios hasta el punto de no entender que alcanzamos la salvación – felicidad y gozo eterno – por su Misericordioso Amor.

Todo es Gracia y Gratuidad. Y lo es porque precisamente nosotros no podemos. Todo es misterio inefable que solo entenderemos por la Gracia de Dios. De alguna manera somos Zacarías que nuestra creer y confiar en el Señor. Esa es nuestra prueba y nuestro reto, abandonarnos en las manos del Señor y confiar en su Palabra. Una oración que debe ser constante y permanente en nuestro corazón. Pedirle, insistentemente, que aumente nuestra fe, nuestra débil y pequeña fe.

La cuestión es que somos estériles. Estériles como Isabel, no ya en el aspecto materno sino también en el espiritual. No damos los buenos frutos esperados. Todo depende de nuestro Padre Dios que nos sostiene y nos da ese ritmo de vida de amor misericordioso para que vivamos en su Palabra y tengamos un corazón manso y humilde como Él y demos los frutos buenos cargados de amor misericordiosos.

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