jueves, 27 de julio de 2023

ESE ES EL MISTERIO: OYEN Y NO ENTIENDEN; MIRAN Y NO VEN.

Siempre me he preguntado qué pasa con la reacción de la gente ante la búsqueda del bien. En estos días donde precisamente salimos de unas elecciones generales, ¿cómo es posible que se vote a una persona que se abuchea y que ha gobernado mal? Pues concluimos que no saben lo que votan. No entienden ni ven todo lo que este Gobierno ha hecho. Sus corazones están embotados y endurecidos y no son capaces de ver ni entender lo que está sucediendo. Sus votos tienen más un sentido emocional que racional.

Y creo que lo mismo sucede con respecto a Jesús. Sus contemporáneos no entendieron su mensaje ni abrieron sus corazones a su Palabra. En la medida del recorrido de mi vida he ido experimentando que mi fe, sin merecerlo, ha ido injertándose en mi corazón. La semilla ha germinado y hundido sus raíces en la tierra de mi corazón. Me siento un privilegiado, la fe ha ido creciendo hasta el punto de asombrarme misteriosamente como en otros, incluso mi propia familia, no ha echado raíces y no ven la presencia de Dios en sus vidas.

En muchos momentos de mi vida, cuando el Espíritu me alumbra de una manera especial, surge en mí ese interrogante ante personas serias, con capacidad y preparación intelectual que no despiertan ni se interpelan por la presencia de Dios. Incluso, cuando han sufrido – algunos ya fallecidos – alguna enfermedad no ha respondido a plantearse ni ver la presencia de Dios en sus vidas.

¿Qué ocurre?, me pregunto. ¿Cómo es posible que muchos, con una formación religiosa como la mía, no se interpelan ni se inquietan por la presencia de Dios. ¿Qué sucede? Quizás sea eso que dice Jesús hoy en el Evangelio: (Mt 13,10-17): En aquel tiempo, acercándose los discípulos dijeron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la …

Yo no tengo sino palabras de agradecimiento, de asombro y misterio y de pedirle al Señor humildemente que aumente mi fe cada día. Ante un mundo que se confiesa mayoritariamente ateo y rechaza el Evangelio, me siento un privilegiado al experimentarme en la presencia de Dios y caminar con Él abriéndole mi corazón e intentando responder a su Palabra.

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