viernes, 13 de septiembre de 2024

LA IGNORACIA CIEGA NUESTROS OJOS

A veces defendemos algunas ideas sin realmente saber con seguridad de donde las hemos tomados. Oímos y escuchamos, pero, ¿a quién? Esa es la clave, porque la verdad no está en aquel que dice, sino en aquel que escucha y se documenta de fuentes fidedignas y verdaderas.

Sólo hay un Camino, una Verdad y una Vida. Y sabemos quien ha dicho eso: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida», y esa es la única Fuente de la que debemos beber para recorrer nuestro camino, encontrar nuestra verdad y vivir nuestra vida. Sólo en Jesús, el Hijo de Dios Vivo, encontraremos la luz para orientarnos y caminar en la verdad, y salvar nuestra vida para la eternidad gozosa junto al Padre.

Por todo ello, debemos saber de quien nos fiamos y a quien acudimos para orientarnos en el camino de nuestra vida. Y, sobre todo, desde Jesús, y asistidos por el Espíritu Santo – que hemos recibido en la hora de nuestro bautismo – aprender a mirarnos, a interiorizar en nosotros mismos y descubrirnos pecadores, imperfectos y con una enorme viga que desalojar de nuestros ojos para ver mejor y más claro.

Porque, más que ver la mota en el ojo ajeno, debemos aplicarnos a ver la viga en el nuestro. De esa manera podríamos la del ajeno y ayudarle a disminuirla hasta el extremo de dejarla en mota. Y es que corrigiéndonos nosotros, ayudamos a que exista la posibilidad de que se corrijan otros.

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