miércoles, 2 de octubre de 2024

UN CORAZÓN LIMPIO Y DE BUENAS INTENCIONES

No cabe duda de que durante nuestra niñez somos esponjas limpias que empiezan a chupar y a llenarse de toda el agua que les llega. Con esto quiero significar la ingenuidad, limpieza y verdad, como cuando niños, sale de nuestro corazón y se transmite al mundo. Sabemos que los niños son transparentes y todo en ellos es puro y limpio. No hay nada oculto, se manifiestan como son.

Pero, también sabemos que en la medida que crecen, sus aguas puras empiezan a enturbiarse y a contaminarse de mentiras y apariencias. Su corazón se contamina de esas tentaciones que les seducen el mundo, demonio y carne, y todo empieza a ser diferente y peligroso. Volver a la raíz de la pureza es el reto que se nos presenta y al cual debemos volver.

Se trata de volver a ser como niños, pequeños y humildes siempre en actitud de aprender y obedecer. Siempre sabiéndonos necesitados, débiles y pequeños y perdonados por la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios. Siempre abiertos a reconocernos pecadores y necesitados de perdón.

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