(Jn 1,6-8.19-28) |
Prepararnos no es estar en forma, atentos a que algo suceda, a los ruidos y acontecimientos. Prepararnos, aunque contiene muchas de esas actitudes, es fundamentalmente dejar entrar la humildad en nuestro corazón, tener una actitud seria y comprometida de arrepentimiento y darle un giro a nuestra vida donde los valores del Reino de Jesús de Nazaret sean los valores prioritarios de nuestra vida.
Eso significa que el amor a los más pobres y necesitados será el centro de nuestras vidas. Y eso necesitará mucha humildad. Juan el Bautista nos invita a eso, nos propone caminos de penitencia y sacrificio para vencer nuestro egoísmo y nuestra predisposición a la comodidad, al individualismo, a la satisfacción personal y a ponernos como centro de nuestro universo.
Nos anuncia que entre nosotros está el Mesías, el Hijo de Dios Vivo, y nos invita a seguirle para que en Él seamos bautizados en el Espíritu Santo. Porque en el Espíritu seremos fortalecidos, auxiliados, acompañados y asistidos para, siendo humildes y arrepintiéndonos, podamos ir perfeccionándonos y convirtiéndonos. Juan el Bautista inicia el comienzo de la hora de salvación.
Con el Señor entre nosotros, nuestra hora de salvación ha llegado. Es la hora de, siguiéndole, encontrar en Él el auxilio de salvación que nuestro Padre Dios nos había prometido. Amén.
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