miércoles, 28 de octubre de 2015

ELECCIÓN

(Lc 6,12-19)


Los momentos de elegir son siempre complicados, porque será el resultado quien dirá si la elección ha sido, acertada o equivocada. Y porque luego, hay muchos que, a posteriori, se gozan de criticar a diestra y siniestra.

Jesús nos muestra hoy un momento de esos importante. Se trata de la elección de los doce apóstoles, entre sacados de sus discípulos. Es misteriosa esa elección, porque no sabemos que criterios utilizó Jesús para señalar y elegir a aquellos apóstoles, que le iban a acompañar de forma más íntima a lo largo del tiempo de proclamación del Evangelio.

Y misteriosa, porque, suponemos, después de prepararla bien y orar al Padre, uno de los elegidos falla, o se equivoca, o no entiende la misión de Jesús. Y, en consecuencia, le traiciona. ¿Cómo pudo fallar Jesús? O, mejor preguntarnos, ¿es Jesús quien falla, o es el hombre? Porque siendo libres, la elección depende de nosotros. Si no, ¿qué sentido tiene crearnos libres?

Eres tú quien acepta la llamada de Jesús, y quien eliges seguirle o no. Eres tú, y también yo, quienes somos dueños de decirle sí a Jesús, o rechazarles. Ese fue el caso de Judas. Y ese puede ser también nuestro caso. Somos seres libres y creados para vivir en relación. Necesitamos discernir el camino a seguir y por dónde seguir, pero necesitamos estar bien asesorado. Y la mejor forma de asesorarnos nos la enseña también Jesús: el Padre del Cielo. Nuestro Padre Dios, del que, precisamente, Jesús nos viene a hablar y revelar su gran Amor por cada uno de nosotros.

Pero, podemos decirle a Jesús, aun siguiéndole, que no, de muchas formas. Entre muchas, una sería cerrar nuestro corazón a participar en aquellas actividades o acciones que reclaman nuestros talentos y a los que se los negamos por comodidad y pereza. Por miedos a la resonsabilidad de fallar, o de exigirnos esfuerzos que nos comprometen y nos complica la vida. O por nuestra razón intelectual que quiere entender todo y mandar, rechazando todo aquello que se nos esconde o no llegamos a descifrar.

Hemos sido elegidos por Jesús para cumplir con una tarea. La de ser testigos de su Resurrección y dar testimonio de esa verdad, justicia y amor. Y para ello necesitamos  fortalecerno en la oración y en la acción.

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