(Jn 6,52-59) |
No hay otro camino sino el de comulgar con el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor bajo las especies de pan y vino. Porque sólo de esa manera permanecemos en Él y Él en nosotros. Ahora, nos da miedo, mucho miedo, que nuestra vida no esté a la altura de las circunstancias y no respondamos a tan alto don Eucarístico. Porque comulgar significa pensar y vivir como nuestro Señor.
Y, todos sabemos, al menos yo, que nuestras vidas van muy por debajo de la dignidad que representa el comulgar, pero, también sabemos que si no lo hacemos será imposible tener Vida Eterna. Porque el Señor nos ha dicho:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
Como diría Pedro en el lavatorio de los pies: "No sólo los pies, Señor, sino la cabeza, las manos y todo el cuerpo". Igual nosotros te decimos, Señor, que nos acercamos a comulgar con frecuencia y siempre que podamos. Pero que, experimentándonos pobres y pecadores, queremos hacer el esfuerzo de vivir como Tú nos has enseñado y nos has dado testimonio. Porque tu Palabra es Eterna y Veraz
Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.
Y así queremos vivir también nosotros, aunque nuestros pecados nos delaten y nos recuerden nuestra debilidad humana a cada momento. Pero confiamos en tu Espíritu, Señor, y esperamos que nos transformes nuestro corazón para vivir por Ti. Y, por eso, porque creo que Tú me transforma, Señor, como tu Cuerpo y bebo tu Sangre.
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