- Mc 7, 1-8.14-15.21-23.
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buenas y malas intenciones, de tal forma que según sea la intención así será el acto en cuanto a bueno o malo. Por eso, lo importante es el corazón pues en él se hunden las raíces de nuestra bondad o maldad.
Y es que ocurre que cuando hacemos algo malo, antes esa intención maligna se ha generado y consumado en lo más profundo de nuestro corazón. Lo que prima es la intención antes que el acto en sí. De tal manera que no determina la culpabilidad el hecho material, sino la intención de ese acto.
Así, aquel que haya cometido algún acto malo ignorantemente, está fuera de toda culpa, pues no es responsable de tal acto. De la misma forma, cuando siendo responsable no se ha perseguido esa intención que luego se hace realidad, también se está fuera de toda culpabilidad.
Sí es verdad que habrá responsabilidades de imprudencia, ignorancia o negligencia. A veces somos temerarios en nuestras acciones sin calibrarlas prudentemente, pero de eso a ser responsables directos y mal intencionados va un abismo.
Por todo ello, Jesús nos advierte que lo que entra de fuera no es la raíz de nuestros pecados, sino todo aquello que se genera en lo más profundo de nuestro corazón. No solo consiste en el hacer sino que es más complicado, pues el pecado empieza en el corazón, y se puede haber cometido aunque no se haga.
Sólo se me ocurre, unidos a todos lo que quieran sumarse, pedirte, Señor, que nos des la fuerza, la luz y la capacidad de ser tan bien intencionado y justo para que todos los que se acerquen sientan tu presencia y no la nuestra. Amén.
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