domingo, 14 de octubre de 2012

BUSCA TU SEGURIDA EN DIOS

 Mc 10, 17-30 Cuando salía para ponerse en...

Eso se experimenta solo en la pobreza. Ayer, después de terminar la catequesis prebautismal me quedé hablando con un abuelo. Sólo había venido él a la catequesis. Venía enviado de otra parroquia y supuse que, como latino americano, no disponía de mucho tiempo para estos menesteres.

Venía algo despistado y al colaborar con la parroquia dejaba 50 €. Me pareció mucho por su aparente condición de emigrante y trabajador, y le advertí que la parroquia solo pedía, en caso de poder colaborar, treinta euros, y si no se podía solamente lo que pudiesen. El no tenía cambio y estaba dispuesto a dejar los 50 euros. Entonces le devolví 15 € que yo tenía y ya los recuperaría más tarde.

Me llamó la experiencia de comprobar que cuanto más pobre, más despegado y generoso. Me dijo que trabajaba en el campo, concretamente en Tabayesco, a unos treinta km. de Arrecife - Altavista - donde vive con su familia. Allí se dedicaba a hacer servicios de reparaciones en donde lo necesitaran, y acudía a cualquier hora que lo llamaran. Un poco de todo: albañilería en general, electricidad, fontanería, carpintería... pequeñas reparaciones que siempre se necesitan.

Cobra a 10 € la hora, pero si algo es tan poco que lo termina en media hora, cobra la mitad, es decir, cinco euros media hora. Pero lo importante, y por qué lo cuento aquí, fue porque derramaba entusiasmo por las cosas de Dios. Me contaba lo agradecido que estaba con su Padre Dios. Siempre se sentía escuchado, protegido y querido. Y era muy feliz con lo que tenía, sobre todo con su familia. 

Adoraba a su esposa y se sentía el hombre más feliz cuando por las mañanas su querida esposa le servía un poco de café calentito en la cama. Iba al trabajo agradeciéndole a Dios todo lo que tenía: su humilde trabajo y familia. Me sentía interpelado viendo tanta dicha con tan poco. Pero sobre todo la inseguridad de salir cada día a esperar si le vendría alguna llamada o un poco de trabajo. Y lo confiado y feliz que estaba apoyado en su Padre Dios.

Me dije si eso no serán los primeros allá en el Reino de los Cielos. Todos los domingos acude a la Eucaristía de las 19,30 horas e imagino que será una gran dicha suponer su diálogo con el Señor. Observé que estuvo atento durante toda la reflexión y asentía con una cara felicidad todo lo que reflexionábamos en aquellos momentos.

 Más tarde, en nuestro diálogo personal, me agradeció mis palabras calificándolas como sabias y hermosas. Me quedé sin saber que decir, pero en lo más profundo de mi corazón le hice un guiño al Espíritu Santo, porque, como hago siempre, nos pusimos en su presencia antes de empezar la reflexión. Experimenté su presencia y su acción, y en mi interior di gracias por hacerse presente entre nosotros. Él era el artífice de aquellas palabras que a Jorge les parecían sabías y tanto le habían gustado.

Hoy, en la Eucaristía dominical de la tarde del sábado, experimenté que solo los pobres son capaces de embarcarse en seguir al Señor. Y pobre significa desprenderse de todo aquello que te lo impide, y sabemos por experiencia que la soberbia, la vanidad, la avaricia, las riquezas, el poder, la fama, la comodidad, el bienestar, el placer, el sexo, el prestigio, los bienes y... nos impiden amar, y si no amamos nada podemos hacer, porque seguir a Jesús es implicarse en amar a tus hermanos.

Y cuando experimentas el amor agape descubres que has encontrado ese tesoro que andabas buscando. lo creías tan lejos y lo tienes ahí, delante de ti, está en tu hermano, ese que tienes tan cerca. Porque amando al estilo de Jesús a ese tu hermano, encontrarás esa felicidad eterna que buscas sin saber ni donde ni en que realmente consiste.

Danos, Señor, un corazón de carne capaz de sentir compasión y misericordia, para que en los momentos de desprendernos tengamos la fuerza y la voluntad de llevarlo a cabo para no perder el ritmo de tus pasos. Amén.

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