(Jn 3,16-21) |
La pregunta que hoy nos hacemos es: ¿A quién creer? Porque todo es discutible, y todos discuten y ponen en duda lo que otros dicen. Nadie tiene palabra creída y cada uno tiene su propia verdad. De tal forma que cada cual discute y defiende sus propios intereses. Aquello que le apetece y le beneficia, entendiendo por beneficio su propio ego.
Y no se está mal encaminado, porque nadie tiene palabra de vida eterna salvo Uno. Sólo Uno, Jesús de Nazaret tiene Palabra de Vida eterna. Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y solo su Palabra es Verdadera. En Él está la Verdad, y en Él todo se ha cumplido hasta la Resurrección. Por lo tanto, su Palabra siempre ha estado fundada en la Verdad y digna de ser creída.
Pero los hombres, muchos hombres, la han rechazado. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más
las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que
obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean
censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que
quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios».
Y ese rechazo de la única Verdad les hace esconderse en la mentira y buscar la oscuridad, la confusión. Y así el mundo, que se aleja de la Verdad, permanece en la oscuridad y en la mentira. Hace presencia la demagogia con la que tratan de distorsionar la verdad y hacerla aparentemente mentira. Confunden y sobornan a los inocentes, ignorantes y esclavos de sus propias pasiones, y relativizan toda verdad que les descubra. Sus escudos son las mentiras.
Pidamos al Espíritu Santo que nos dé la fortaleza necesaria para nunca ceder a la mentira ni a la aparente verdad disfrazada de demagogia relativista, y que seamos portadores de la Única Verdad que trajo al mundo Jesús de Nazaret, el verdadero Camino, Verdad y Vida. Amén.
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