miércoles, 18 de enero de 2017

LA LEY ESTRECHA DEL EMBUDO

 (Mc 3,1-6)
Cuando digo y hablo de la ley del embudo, quiero referirme a esa mirada estrecha y muy personalista que muchos tienen de la ley, y que la aplican para sus intereses, dejándola de lado cuando les conviene. Es la táctica farisaica de aquellos judíos que les molestaba las enseñanzas de Jesús y el criterio de que por encima de la ley está la misericordia.

Es mirar la ley a través del embudo. Mirarla por la parte ancha del embudo y dejar el tubo, la parte más delgada para ver el horizonte. Indudablemente, se verá muy poco respeto a la verdad y situación de otros. Sólo apreciará su mirada, su verdad. No comprenderán, ni los sufrimientos, ni las actitudes, ni las situaciones por la que otros pasan. Sólo les importan su visión, su verdad y lo que ellos dicen. Por lo tanto, no es extraño que el Evangelio de hoy termine así: En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle.

Los que miran el horizonte por la parte del fonil que se echa el agua, verán el mundo muy estrecho y sólo lo podrán interpretar desde la amplitud de la parte de donde ellos lo miran. Verán sólo lo que ellos piensan y su mundo será el que ellos ven. La ley, la que ellos interpretan y exigen es la que todos deben cumplir, y en la que ellos se experimentan muy cómodos. Ellos controlan el agua que echan por la parte ancha del fonil y esa es su verdad. Luego, por donde sale, diríamos casi filtrada o como un hilo fino, representa a todos los demás, sometidos a sus leyes y controles.

Por eso, les molesta que Jesús destruya la prohibición del sábado y les perfeccione la ley. Porque las leyes están para hacer el bien y no prohibir aquello que beneficia al hombre. Sin lugar a duda, curar el sábado o domingo es siempre bueno para el hombre, porque la vida es un don sagrado regalado por Dios. Pero los controladores de la verdad no ven sino la suya, y no aceptan, aunque no tienen razones para responder al Señor, lo que hace y dice Jesús.

Desobedecen la sugerencia del Padre, Evangelio Mt 3, 13-17, el Bautismo de Jesús. Donde nos sugiere y presenta a su Hijo, el Predilecto, el enviado y al que nos invita a escucharle y hacer lo que Él hace.

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