Por tanto, debemos estar preparados ante las
dificultades que se nos presentarán. No seremos entendido y sí, seducidos y animados
a dejarnos vencer y acomodarnos a la vida de bienestar y cómoda. Pero, tenemos,
los bautizados, al Espíritu del Padre, que ha venido a nosotros en esa bendita
hora del bautismo. Y en Él encontraremos la asistencia, la fortaleza y
sabiduría para pertrecharnos de las malas intenciones, seducciones y
tentaciones con las que el mundo, demonio y carne nos tratan de seducir.
Sin embargo, hay una condición sine qua non,
abrirnos a la acción del Espíritu Santo y dejarle, confiando en Él, que actúe
en nosotros y nos lleve por el camino que nos señala la Voluntad de Dios, que
no es otro que el de amar y amar, sobre todo al enemigo. Un amor al que el
mundo se opone y por el que recibiremos rechazos, persecuciones y hasta muerte.
Jesús nos lo dice: … Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os
expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os
mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al
Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de
que ya os lo había dicho».
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