Observen que estos días atrás leíamos los
pasajes evangélicos Jn 15, 12-17; Jn 15, 18-21; y hoy leemos Jn 14, 23-29. En
todos ellos, Jesús nos recuerda a su Padre y su mandato y la dificultad que
implica seguirle. Y nos recuerda que vendrá el Paráclito – Espíritu Santo –
para recordarnos y enseñarnos lo que debemos tener presente y recordar a cada
instante de nuestra vida. Es indudable quien ama a Jesús está también amando al
Padre, pues, la Palabra que nos da Jesús es la Palabra del Padre.
Si no escuchamos y, en consecuencia, no amamos al Señor, tampoco amamos al Padre Dios. Queda, pues, claro que quienes dicen: “Yo creo en Dios, pero no el la Iglesia” está engañándose y desoyendo la voz de Jesús, fundador de la Iglesia que ha dejado en manos de los apóstoles. Por tanto, el camino está claro, se trata de no solo creer, sino de actuar y vivir en la Palabra que Jesús nos da. Palabra que guardamos, recordamos y nos esforzamos en vivir en la Iglesia, donde hemos recibido, en la hora de nuestro bautismo, al Espíritu Santo.
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