Seguir a Jesús es llegar al Padre, porque, Jesús es el enviado del Padre y viene de parte del Padre. Pero, también, su destino es regresar al Padre. El Evangelio de hoy nos lo revela de una manera muy clara: … Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre». (“Juan, 16 - La Biblia de Jerusalén - Bíblia Católica Online”)
La forma de mantenernos en contacto con Dios es
la oración. En y con la oración nos relacionamos con Dios a través del Hijo.
Porque, Jesús, el Señor, Hijo de Dios, nos ha enseñado a orar y hablar con Dios,
nuestro Padre. La oración del Padrenuestro es un compendio de nuestra diaria relación
con nuestro Padre Dios. Y, a través de la oración, pedimos al Padre, aunque Él sabe
de nuestras necesidades mejor que nosotros, lo que necesitamos, que no estará exento
de esfuerzo y dificultades que ejerciten y pongan a prueba nuestra fe.
Porque, en nuestro camino necesitamos probar nuestra fe. No basta con decir que creo y sigo al Señor, sino que mi vida debe ser una voz clara, transparente y coherente que testimonie y justifique que mi palabra toma vida en mi vida. Y, claro, no hay mejor ocasión y prueba que hacerlo que en las dificultades y sufrimientos. Es ese el momento donde tu amor y fe se ponen a prueba y descubren su autenticidad.
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