Primero
tienes que darte cuenta de que todo lo que eres y serás es por obra y gracia de
Dios, tu Padre. Porque, te ha sido dado el don de la vida y todo lo que eres:
tus cualidades y talentos. Todo de forma gratuita y por amor. Evidente que es
un misterio que nunca podremos entender hasta que el Señor nos lo revele, pero
tan real como que en este momento yo estoy escribiendo esta humilde reflexión.
Puedes
llegar a pensar que lo que eres y has conseguido en tu vida te lo mereces.
Pero, desde el instante que pienses, convergerás conmigo, que esa capacidad y
talento por las que has sido capaz de prosperar y ganar riqueza, fama,
prestigio o éxito es puro regalo de tu Padre Dios. Y te han sido dadas para que
las explote y compartas con los más necesitados y débiles.
Porque,
¿qué padre no quiere que sus hijos sean todos talentosos y capaces de triunfar?
Luego, si unos tienen más que otros, ¿no es evidente y lógico que compartan y
se ayuden? ¡Y, serán los más débiles los que más necesitaran! Es de sentido
común que tengamos que amarnos, como Jesús, nuestro Señor, nos ha enseñado.
Y
dicho esto, ¿no es lógico y evidente que seamos hijos agradecidos? Supongo que
todos los que lleguemos a esta conclusión, lógica y evidente, caeremos en la
cuenta de, como aquel leproso samaritano, dar media vuelta y alabar al Señor
por todo lo que somos y tenemos.
—¡Y
los que han recibido enfermedades y situaciones de dolor y sufrimiento!, ¿tienen
que estar agradecidos? —exclamó Manuel.
—No
lo sé —respondió Pedro. Quizás sea para que otros se santifiquen ayudándoles y aliviándoles
sus dolores.
—Creo
que tienes razón —respondió Manuel. El mal y el sufrimiento es causa del pecado
de los hombres. De vivir en la Palabra y Voluntad de Dios el mundo podría
eludir el dolor y sufrimiento. ¿No te parece, Pedro?
—Sí,
creo que sería mejor. Un mundo en paz, justicia y verdad. El único dolor que
habría nos serviría para recordarnos que nuestro Padre Dios es nuestra
esperanza y nuestra vida.
Posiblemente nos olvidamos con mucha frecuencia el responder con agradecimiento a aquellos que nos han ayudado y a los que debemos – nuestros padres – mucho en esta vida. Gracias a ellos hemos podido crecer y llegar a la madurez. Y estudiar, formarnos y capacitarnos para poder defendernos en esta vida. Pero, la pregunta que hoy nos plantea el Evangelio: ¿Somos agradecidos? Y de la misma manera, ¿nos damos cuenta de que todo lo hemos recibido – y gratuitamente – de nuestro Padre Dios? Tu tienes la palabra y la respuesta. Tu vida la irá manifestando.
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